No cabe duda de que en un contexto como el actual, de crisis política y económica, la clase política está quedando retratada ante la ciudanía.
Años y años de corrupción y servilismo con respecto a los intereses de
los banqueros y grandes capitalistas, están ocasionando una quiebra de
la confianza de los votantes con respecto a sus anteriores líderes.
Demostrado está también que los políticos jiennenses son si cabe algo
más incompetentes y camorristas que el resto, como podemos contemplar
por los datos que ofrece la provincia (y la capital, en concreto) en
distintos ámbitos: mayor tasa de paro, gran déficit público, derroche presupuestario, etc.
Precisamente, el derroche presupuestario quizás sea lo que más está
afectando últimamente a los ciudadanos y lo que, afortunadamente, más
está calando en sus conciencias. Conocido es el gasto mastodóntico que
supuso el tranvía para quedar encerrado, pero quizás lo
que no sepan los habitantes de Jaén es lo que nos cuesta un tranvía
“estático”, que no presta ningún servicio a la ciudad y cuya
rentabilidad social brilla por su ausencia.
El Ayuntamiento no quiere echar a andar el lagarto “eléctrico” porque
según ellos supone un gasto de 5 millones de euros anuales que no
pueden pagar. Pero, lo que quizás no saben los jiennenses es que el coste anual de mantenimiento
y seguridad del tranvía es de 600.000 euros anuales, coste que sí están
dispuestos a pagar nuestros mandatarios, mientras demoran más y más el
acuerdo que dé carpetazo al problema del tranvía (sea cuál sea la
solución final). Después de todo, quizás no les interese tanto buscar
una solución, quizás porque el contrato de seguridad no sale a concurso público
y, también quizás, porque algún familiar o compañero de partido pueda
estar aprovechando ese suculento contrato, adjudicado a “dedo” una vez
más. Este hecho ya ha sido denunciado por la empresa de seguridad: RMD
Seguridad S. L., la cual tuvo que renunciar al contrato por culpa de los
sucesivos impagos, que ascienden a 128.194,34 euros.
Para colmo, el servicio de autobuses urbano no nos ofrece una mayor alegría, ni un mejor servicio, como demuestran los resultados de la encuesta realizada por el Instituto de Estadística de Andalucía. Los ciudadanos de Jaén dan la peor nota de Andalucía al servicio ofrecido por la empresa Castillo, y además, no dudan en suspender la frecuencia
de paso de los autobuses de la ciudad. Nada nuevo para las personas que
día a día cogemos el bus para ir al trabajo, para ir al centro de
estudios, ocio, etc. Obviamente, nuestros políticos no pueden sufrir
esta pésima calidad en el servicio de transporte, puesto que ellos se
desplazan a su puesto de trabajo en sus coches oficiales, predicando así
con el ejemplo de austeridad y sacrificio, que tanto nos quieren
vender.
En medio de todas estas guerras políticas, trapicheos y prebendas, se encuentran los usuarios y trabajadores del transporte público. Los primeros sufriendo una calidad pésima en el servicio, gracias a políticos y empresarios vividores, y los segundos sufriendo retrasos en las nóminas,
así como abusos y presiones por parte de esta empresa caciquil. Esos
impagos son lo que hicieron que trabajadores de Castillo se vieran
obligados a anunciar una nueva convocatoria de huelga a
primeros de este mes de marzo. Convocatoria que rápidamente quedó
anulada tras las rápidas gestiones del concejal de Seguridad Ciudadana,
Tráfico y Transportes, que se movió rápido para asegurarse que no le
lloviera una oleada de críticas por parte de la ciudadanía jiennense,
cada vez más cansada de ser finalmente quien pague los platos rotos de
tanta incompetencia política y empresarial.
Sea como fuere, lo que queda claro es que los políticos y los
empresarios luchan por sus intereses, sin tener en cuenta a las personas
de a pie, a los trabajadores, parados y clases pasivas.
Por nuestra parte, como trabajadores, estudiantes y parados
auto-organizados y en lucha por nuestros derechos, que son los mismos
que los de todo el mundo, apostamos por la movilización continuada, por
tomar los problemas en nuestras manos y solucionarnos por nosotros
mismos, sin engordarle los bolsillos a los políticos que se aprovechan
de este sistema político y económico que parece hecho contra la mayoría
de las personas. El problema del transporte “público” en Jaén es solo
una pequeña muestra de lo anterior.